sábado, 30 de junio de 2012

El bosque, o la entrada a nuestro "temible" mundo interior

Atravesarlo es fundamental para poder conseguir la victoria. Pero antes, a vencer los miedos.

Lo que obliga al héroe o la heroína a partir de su aldea o su casa es una situación externa, impuesta por otro, y en el viaje que inicia para hallar la solución o encontrar las respuestas, en la gran mayoría de los casos, los lleva a ingresar a un bosque. Caperucita, va a visitar a su abuelita, Blancanieves huye de su madrastra, Hansel y Gretel son abandonados… El bosque, en los cuentos de hadas, simboliza el ingreso al mundo interior, un espacio habitado por nuestros peores demonios, pero también por nuestros sueños y anhelos más profundos; en él se halla la sabiduría ancestral, la más profunda – pero siempre se percibe como caótico y angustiante-. Bettelheim concluye que es el lugar al que vamos para encontrarnos con nosotros mismos.
Allí, el héroe o la heroína está obligado a utilizar sus propios recursos para salir adelante. Para crecer, es necesario desprenderse de mamá y papá (no sólo de los biológicos, en la vida estos arquetipos se presentan bajo distintos ropajes), aunque este alejamiento genere una sensación de aislamiento, horfandad y soledad profunda. Así se inicia el proceso de transformación, de crecimiento, en el que es necesario aprender a escuchar nuestra propia intuición (en la voz de pájaros u otros animales) para encontrar soluciones o dar con el camino correcto.


Link a la nota publicada en la revista Rouge (Editorial Perfil):
http://rouge.perfil.com/2012-06-24-10096-el-bosque-o-la-entrada-en-nuestro-temible-mundo-interior/



jueves, 14 de junio de 2012

Cenicienta, o el sacrificado deseo de agradar

Uno de los cuentos de hadas más conocido es el de la hermosa joven huérfana que es tratada con crueldad por la madrastra y sus hijas; pero finalmente le es reconocida su bondad. ¿Cuántas chicas se identificaban –identifican- con esa historia y era su cuento favorito? ¿Cómo releerlo en el siglo XXI?


Los cuentos de hadas pueden ser “leídos” como metáforas de procesos psíquicos y emocionales. Cenicienta es una joven, víctima de las circunstancias -su madre falleció y su padre se casó con una mujer egoísta y superficial-, marcada por la pasividad y la aceptación. Al parecer, entre las cenizas, la joven tiene que aprender una lección: ¿tal vez ajustarse al ideal de “perfección” que todo lo tolera, y que le garantizará ser la única que calzará el diminuto zapatito? (...) En la vida real, si Cenicienta se conforma con ser la víctima, anulará sus deseos y capacidades. Es erróneo pensar que “si complazco, no cuestiono o me postergo me van a querer más”, es probable que recibamos más… abusos e injusticias. (...) Dejar de agradar a otros de manera compulsiva, de pretender “calzar” en moldes sociales y aprender a agradarnos a nosotras, es un gran desafío. Recordemos a Julia Roberts en Novia fugitiva intentando descubrir cómo le gustaban los huevos a ella, ése fue su primer paso para salir de “víctima” y de ser el blanco de bromas injustas. Para romper el círculo vicioso, hay que llevar el foco que está afuera hacia adentro.


Link a la nota publicada en la revista Rouge (Editorial Perfil):
http://rouge.perfil.com/2012-06-04-8625-cenicienta-o-el-sacrificado-deseo-de-agradar/